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								LA PROBLEMATICA DE LA IDENTIDAD EN EL CRUCE DE PERSPECTIVAS ENTRE ANTROPOLOGIA E HISTORIA. Reflexiones desde el campo de la etnohistoriaGuillermo Wilde * * Adscripto a la Cátedra "Sistemas Socioculturales de América II"; Instituto de Ciencias Antropológicas. Sección Etnohistoria. Facultad de Filosofía y Letras. Universisdad de Buenos Aires. E-mail: cepa@wamani.apc.org Artículo publicado originalmente en Revista NAyA - AÑO 2 Número 14 - Junio 1997  | 
              
"...no ethnography can even hope to penetrate beyond the surface planes of everyday life, to plumb its invisible forms, unless it is informed by the historical imagination that is, of both those who make history and those who write it". John & Jean Comaroff
              En la Antropología tradicional, puede reconocerse una preocupación 
              por aprehender totalidades socioculturales integradas. Se partía 
              del supuesto de que una sociedad regulada por instituciones era 
              descriptible en forma completa desde un abordaje sincrónico 
              que tratara de reflejar los modos de vida en un momento de la historia 
              (la estructura social de la sociedad estudiada). Hoy en día, 
              es difícil sostener las mismas afirmaciones sin el riesgo 
              de caer en concepciones simplistas y excesivamente estáticas. 
              Por su parte la Historia monopolizaba la diacronía y el manejo 
              de documentos con el objetivo de recuperar los cambios; el curso 
              de los hechos, sus proyecciones y sus consecuencias. En muchos casos 
              esta tarea se banalizaba al quedar relegada a una mera construcción 
              de cronologías. El olvido del contexto en el que los documentos 
              eran producidos, sumado al hecho de que se efectuaban lecturas acríticas 
              del lugar social de quién los produjo, no permitía 
              decodifícarlos con claridad. El campo de la etnohistoria 
              ha prestado especial atención a estas falencias metodológicas 
              y ha tratado de utilizar los elementos más rescatables de 
              ambas disciplinas, combinando y conciliando dos campos tradicionalmente 
              separados. En este trabajo nos proponemos dos objetivos básicos. 
              En primer lugar, hacer un raconto de lo que se presenta como tendencia 
              contemporanea dominante en los estudios sobre la temática 
              de la identidad, a nivel mundial. 
Como veremos, en los trabajos más recientes se presenta una corriente que pone énfasis en procesos de cambio social como determinantes de configuraciones identitarias. Esta dimensión temporal-procesual, no había sido considerada en los estudios tradicionales -nos referimos básicamente a la mayoria de los trabajos anteriores a la década del setenta-. La tendencia hoy en auge, se caracteriza entonces, por los esfuerzos en recuperar la historia. Importa aclarar que en adelante, el término "historia" será entendido aquí en dos sentidos: en tanto que dimensión espacio-temporal del cambio en la dinámica social -es decir como proceso- y también en el sentido de disciplina social -específicamente la Historia social-. En segundo lugar, trataremos de presentar algunas problemáticas teórico-metodológicas del campo de los procesos de formación de identidad, centrándonos en dos en particular: una de ellas es la confrontación aún no conciliada entre la dimensión psicológica (personal) y la sociológica de la identidad; otra es la referida a la reproducción social en el enfrentamiento de contextos globales y contextos locales. Ambos nudos problemáticos son recortes analíticos delimitados a partir de la recurrencia con que aparecen en la discusión teórica sobre la formación de la identidad. A su vez, éstos son suscitados de manera frecuente como interrogantes en estudios de caso. El paso siguiente será tratar de vislumbrar posibles salidas para estas cuestiones, a partir del análisis de algunos enfoques y estrategias de investigación recientes en el campo interdisciplinario de la etnohistoria. Nos apropiaremos entonces de estudios de caso en su mayoría del área andina, que reflejan dos tipos de acercamiento a la realidad social del pasado colonial: la larga duración y la corta duración. Ambos casos responden respectivamente a dimensiones macro y microsociológicas de la historia, que aunque a diferentes escalas, hacen alusión a procesos de cambio. Comparando ambas estrategias podremos arribar a alguna conclusión respecto de sus ventajas y sus desventajas. Para finalizar el recorrido, nos referiremos brevemente, con trabajos específicos, a la fertilidad de los estudios interdisciplinarios y más en particular a la relación entre historia y antropología, que adquiere cada vez mayor importancia en la medida en que las líneas separatorias que definían los límites entre estos campos disciplinarios se abren y se desdibujan produciendo una ampliación del horizonte cognoscitivo.
              LOS CAMBIOS DE ENFOQUE EN EL ABORDAJE DE LA IDENTIDAD
            La crisis teórica en el contexto de la posmodernidad. La recuperación de la historia: la identidad como proceso.El camino del constructivismo.
              Si hay algo característico de la producción contemporánea 
              en la temática de la identidad, eso es sin duda, el rechazo 
              de las tradicionales formas de abordar el tema, que estaban teñidas 
              de un esencialismo que obsturaba procesos concretos de producción-transformación 
              de identidad y relegaba la cuestión del cambio, al quietismo 
              de etiquetamientos estancos y ahistóricos. Este tono de debate, 
              pudo ser detectado con una variación en su intensidad en 
              la mayoría de los trabajos de fines de los 80, principios 
              de los 90 que hubo oportunidad de analizar para este ensayo. A menudo 
              se califica al mismo concepto de identidad como vago y tendiente 
              a generar ambigüedades teóricas, que por un lado homologan 
              lo social a lo individual, y por otro, no tienen en cuenta el carácter 
              constitutivo y constituyente de las relaciones sociales en los procesos 
              de formación de identidad (Trinchero 1994). Este ejercicio, 
              que podría caracterizarse como una permanente condena seguida 
              de un intento de exorcización de cualquier resabio esencialista, 
              tiene larga data y abreba en fuentes que, como punto de partida 
              se localizan aproximadamente en la década del setenta. Hoy 
              en día, podría decirse que esta es una práctica 
              muy afianzada en todo cuerpo teórico-metodológico 
              que se digne de ser serio -en el sentido de respetar el conocimiento 
              previamente producido y es predominante en la producción 
              contemporanea tanto local como mundial. De Barth a esta parte, se 
              ha producido una rápida dinamización de categorías 
              relacionadas con la identidad, por lo que es común ver una 
              operación constante de flexibilización de conceptos. 
              Se trata de liberarlos del lastre de la fijación inamovible 
              y prístina de límites, a la que tradicionalmente habían 
              estado ligados. Según Trinchero (1994), en este afán 
              por fijar límites, se llevaban a cabo tres operaciones metodológicas 
              tomadas de la arqueología clásica: detección, 
              clasificación-comparación, reconstrucción.	
              El mundo en cambio permanente y acelerado en el que vivimos revela 
              a cada momento la falta de operatividad que presentan los conceptos 
              de las ciencias sociales. Y mucho más en un campo tan dinámico 
              como el de la identidad. La consecuencia es un replanteamiento radical 
              en el terreno del saber. Dentro de la antropología la crisis 
              de conceptos clave tales como el de "cultura" o el de 
              "etnografía", se acentúa con la desconfianza 
              que hacia ellos se ha producido en el contexto del desconstruccionismo 
              y la crítica posmoderna (Comaroff, J&J. 1994). Pero, 
              el cambio en el mapeo, tiene que ver con un cambio en el territorio 
              que trata de representar. En este sentido, son bien conocidos los 
              cambios planetarios que han dado origen a un estado de emergencia 
              y de crisis en las predicciones de la ciencia tradicional:
              "Developments such as the rise of global comunications and 
              mass-media, the internalization of the division of labor, the revolution 
              in world wide patterns of consupmtion, the commodization of popular 
              culture, and the dissolving of neat political and ideological boundaries 
              around societies and cultures (accompanied by a renaissance of nationalism 
              and ethnicity) had severely taxed the trusty old analytic toolkit..." 
              (Comaroff, J. & J. 1994: II)
              En un trabajo reciente de G. Marcus (1994), dedicado a sistematizar 
              los pricipales enfoques teóricos sobre la identidad de las 
              últimas tres décadas, el autor se refiere a la crisis 
              de las metateorías, específicamente el marxismo y 
              el estructuralismo, que por su carácter omnisciente y abarcativo, 
              fracasaron en el intento de hacer predicciones sobre la realidad 
              social. En la actualidad, a su parecer, la tendencia es la contraria:
              "The hope for change within the framework of world capitalism 
              has downisized from attention to revolutionary process or mass social 
              movements and upheaval to a closely observed inspection of the subtle 
              things of everyday life -in other words, to the microscopic processes 
              that constitute a politics of identity" (Marcus, 1994: 10)
              Al mismo respecto, Levi (1994) señala:
              "...lo que se ha puesto en duda ha sido la idea del progreso 
              constante a través de una serie uniforme y predecible de 
              etapas en las que, según se pensaba, los agentes sociales 
              se ordenaban de acuerdo con solidaridades y conflictos que, en cierto 
              sentido, estaban dados y eran inevitables" (Levi, 1994:120)            
En el artículo de Marcus ya mencionado, se hace referencia a los mecanismos que diferentes estudios sobre identidad vienen implementando para rediseñar las estrategias de investigación y de escritura. La tendencia está caracterizada por una concepción de las identidades (individuales y colectivas) no como naturalmente dadas sino como constructos. En ese sentido se viene profundizando la linea que se inicia en los 70 con los estudios precursores de Barth y del interaccionismo simbólico (de tintes constructivistas). Aunque diversificados, los estudios pueden reunirse según Marcus, en tres tipos de abordaje que han elegido tanto la antropología como la Historia social para tratar sobre la formación de la identidad. En primer lugar se encuentra la expresión de rechazo al esencialismo, a partir de aproximaciones que entienden a la identidad como proceso abierto y ambiguo. En posturas más radicales, se reemplaza la vieja premisa sociológica de los individuos integrados al sistema, por la de un sujeto fragmentado y múltiple. En segundo lugar, se va más lejos diciendo no sólo que la identidad es construída, sino concientemente inventada en una forma motivada por intereses.
Este punto muy relevante por cierto, se ha incorporado rápidamente en nuestro medio académico. Ciertos autores claramente se inclinan por concebir la identidad como una entidad de carácter conciente, instrumentada para la delimitación de los campos nosotros-otros. Gorosito Kramer (1992) enuncia cuatro características básicas de las manifestaciones concretas de identidad: plausibidad, convencionalidad, conciencia y actualidad. Agregamos que el acento puesto en lo conciente permite descongelar el concepto de identidad; desnaturalizarlo ("desapriorizarlo", si la palabra es permitida).
En último lugar y tomando como supuestos los dos puntos anteriores, que la identidad es conciente e inventada, Marcus reúne bajo el título de "Resistance & Accomodation Narrative" a los estudios en los que la identidad es determinada en última instancia, por los esfuerzos de los sujetos para resistir y adaptar sus situaciones históricas específicas a partir de estrategias. En este punto, es donde el componente político de la identidad aparece con claridad. Al respecto, Gorosito Kramer sostiene que la identidad es una categoría eminentemente política, por lo menos en algunas de sus expresiones. En este sentido es que está disponible para la manipulación en la justificación de prácticas sociales, "deviene ella misma práctica social" (1992:146). Esto nos da pie para preguntarnos sobre la posibilidad de insertar las relaciones sociales en los procesos de identificación y de discutir la legitimidad de hablar en términos de "clases sociales".
El resultado sería una ampliación del concepto de identidad, como un proceso constituido sobre diferentes bases, (no solo la étnica) que actúan simultáneamente. Como lo plantea Trinchero (1994), la "etnicidad" sería una manifestación de estos procesos. Tomando como partida estos supuestos, la identidad respondería a condiciones socioeconómicas, políticas e históricas específicas. La orientación que han tomado los estudios sobre identidad en los últimos años, es entonces la de analizar procesos complejos con categorías más flexibles y que a veces no reniegan de su ambigüedad. Esto tiende a convertir este área en un terreno sinuoso y a menudo confuso. En ocasiones presenta problemas que por sus inherentes contradicciones parecieran no tener salida por lo menos en el plano teórico. En relación a este problema, J. & J. Comaroff afirman:
              "...the human world, post-anything and everything, remains 
              the product of discernible social and cultural processes: processes 
              partially indeterminate yet, in some mesure, systematically determined; 
              ambigous and polyvalent, yet never utterly incoherent or meaningless; 
              open to multiple constructions and contest, yet never entirely free 
              of order or the reality of power and constraint" (1994:XI)
              A partir de esta cita, puede inferirse cierta tendencia a rechazar 
              las polaridades simplificadoras y excluyentes, y a reemplazarlas 
              por procesos complejos y fluídos. Aquí es donde el 
              terreno de la identidad se torna muy resbaloso para quién 
              desee trabajarlo. Sobretodo si se considera que tradicionalmente 
              hubo un sesgo fuertemente demarcatorio. Otra fuente de confusiones, 
              suele venir también, debido a la imbricación del fenómeno 
              de la identidad con factores de tipo ideológico-político 
              en el campo académico de la producción del conocimiento. 
              De hecho, lo que hemos tratado de caracterizar como el desplazamiento 
              desde definiciones ontológicas ("esencialistas") 
              a concepciones constructivistas, tiene que ver con el cambio del 
              contexto y de las condiciones en que el conocimiento era producido.	
              Esto podría calificarse como un proceso que implicó 
              (y está implicando) la transformación de las relaciones 
              sujeto-objeto de la investigación y poder-saber.
En este sentido, Marcus (1994) en su artículo alude a la "reconstitución" de la identidad tanto de los sujetos -objeto de investigación ("the observed") como la del investigador o analista ("the observer"). Ambas identidades se encuentran mutuamente implicadas en el proceso de conocimiento. En lo que concierne a los sujetos etnográficos, son reconstituidos a partir de procesos mundiales de desterritorialización. Es decir que su identidad ya no es construída a partir de un territorio, o de una "comunidad" localizada. Por otro lado, la construcción del presente toma como elemento principal a la memoria, que posee un peso específico mayor que el de cualquier narrativa histórica organizada linealmente. Simultáneamente, la multiplicidad de voces en el discurso social, impide aplicar estructuras simplificadoras como las de la etnografía tradicional. Del lado del analista, se impone una práctica reflexiva, respecto de su propia identidad en el proceso de producción de conocimiento. Esto da cuenta de un cambio de mirada; del borramiento de la mirada omnisciente ("omniscient eye") y de la forma como las relaciones sujeto-objeto eran concebidas. El reconocimiento de la mutua implicación entre ambas identidades abre camino a la participación de las voces silenciadas. Estos elementos nos son útiles para subrayar, nuevamente, el papel de la historia en los estudios sobre identidad. En efecto, hablar de procesos, es incorporar una perspectiva diacrónica, para comprender los fenómenos sociales.
El interés por la "historia", coincide con una confluencia disciplinaria múltiple, en donde ciertamente, la Historia social, tiene un papel fundamental. La participación de otras disciplinas sociales con sus aportes en perspectivas y marcos teórico-metodológicos, potencia más aún la eficacia del enfoque. Los cambios de perspectiva en estudios contemporáneos sobre identidad, están influyendo en la mirada que se dirige a los procesos sufridos por sociedades del pasado. En este sentido, es importante observar tanto los desarrollos que están llevando a cabo disciplinas como la etnohistoria, como también la apropiación que la antropología hace de los aportes de trabajos históricos, en un intento desesperado por no quedar acotada a espacios sin tiempo, con los que tradicionalmente se identificó. Llama la atención en particular el producto de esta fusión entre la antropología , una disciplina tradicionalmente relegada a cortes sincrónicos, y la historia social, preocupada convencionalmente por la diacronía. Auge (1995) nos permite esclarecer la relación:
              "...si el espacio es la materia prima de la antropología, 
              se trata aquí de un espacio histórico y si el tiempo 
              es la materia prima de la historia, se trata de un tiempo localizado 
              y, en este sentido, un tiempo antropológico" (Auge, 
              1995:20)
              CONTRIBUCIONES DESDE LA ETNOHISTORIA
            
              Son muchos los nudos problemáticos que se han generado acerca 
              de los procesos de formación de la identidad. En este ensayo 
              solo desarrollaremos dos de ellos, que por sus características 
              generales, nos permitirán analizar la fertilidad de la confluencia 
              entre la Antropología y la Historia, en el campo específico 
              de la etnohistoria. Los trabajos con los que ejemplificaremos son 
              todos ellos, estudios de caso, bien delimitados en espacio y tiempo. 
              En la dimensión temporal y a los fines analíticos, 
              nos hemos permitido hacer una dicotomía, que nos facilite 
              la tarea de comparación. Distinguiremos entonces, estudios 
              de larga duración y estudios de corta duración y observaremos 
              como cada uno de estos enfoques trabaja las dos problemáticas 
              específicas sobre la formación de la identidad, que 
              desarrollaremos. Si nuestra hipótesis es correcta, los estudios 
              de caso, en la búsqueda de una comprensión sobre procesos 
              históricos de cambio, encuentran una salida para problemas 
              que se presentan en un nivel teórico, como sin escapatoria. 
              La elección del tamaño de la escala de observación 
              (macro o micro), presenta a nuestro modo de ver, una estrategia 
              metodológica fértil según las necesidades de 
              análisis. Según Auge:
              "...supone para el historiador, o bien la posibilidad de captar 
              una dimensión del tiempo (la larga duración) que no 
              somete su observación a las perturbaciones producidas por 
              cambios demasiado rápidos, o bien la posibilidad (puesto 
              que no se puede detener el tiempo) de establecer un marco sincrónico 
              fiable que entraña además la posibilidad de establecer 
              el valor ejemplar de estudios de casos muy circunscriptos, o bien 
              aún la posibilidad de aprehender simultáneamente permanencias 
              formales y cambios funcionales" (1995:22).
              ENFOQUES PSICOLOGISTAS FRENTE A ENFOQUES SOCIOLOGISTAS. EL APORTE 
              DE LOS ESTUDIOS DE CORTA DURACION
            
              Un problema aún no resuelto dentro del debate sobre la formación 
              de la identidad, es el que alude a la confusión de los niveles 
              psicológico y sociológico. Este podría ser 
              entendido como un problema de "doble lectura", y arraiga 
              en el hecho de que tanto la psicología como la antropología 
              han utilizado el término, aunque dándole aplicaciones 
              diferentes:
              "...las circunstancias teóricas, los condicionantes 
              sociohistóricos y las dimensiones del concepto de identidad 
              son comparables en antropología y en psicología. Creemos 
              que hubo una innegable influencia en este tema desde la psicología 
              hacia la antropología, en donde la noción de identidad 
              adquiere un uso más preciso en la psicología, referida 
              a la formación de las característícas psicológicas 
              globales del niño, a las crisis de vida con foco en la adolescencia, 
              a determinadas facetas de la salud mental" (Ringuelet, 1992:123).	
              Juliano (1992), señala que existe una frecuente confusión 
              entre la identificación personal y la identificación 
              étnica, en la que se transfieren características de 
              lo individual a lo colectivo. Ambas estrategias de investigación 
              responden a dos marcos interpretatívos opuestos: el culturalismo 
              y el psicologismo. 
La primera corriente defiende el supuesto teórico de que toda estructura social influye sobre los individuos, determinando sus hábitos de vida (esta corriente podría ser concebida como estructuralista en sentido amplio o funcionalista en un sentido más restringido). La otra corriente, en sus diferentes vertientes, da mayor importancia a la acción de los sujetos, que por su capacidad racional de medir medios en relación a fines, elaboran estrategias para manipular las restricciones impuestas por el sistema. No es difícil ubicar a cada una de estas corrientes dentro de la tradicional confrontación en las ciencias sociales entre estructura y agencia. Según Trinchero (1994), con frecuencia en el análisis se cae en posturas bipolares emparentadas con extremos o bien esencialistas o bien subjetivistas: mientras en un caso se atribuyen cualidades permanentes a los grupos, en el segundo se exacerba la capacidad de manipulación que tienen los actores sobre el sistema. De modo tal que la noción misma de identidad tiene un carácter constitutivamente vago y equívoco.
Estas tendencias sin embargo parecerían estar revirtiéndose ante la incorporación de nuevos conceptos. Aún así, en esta dualidad la balanza se inclina hacia la corriente que asigna importancia a la acción y las estrategias. Como vimos en el punto anterior, el componente de la "conciencia", es decir el de la capacidad de manipulación de los actores, contribuye a dinamizar el concepto de identidad; a desnaturalizarlo. Le otorga la dimensión política que le había sido vedada. El problema enunciado, en otras palabras, se presenta como un aspecto de la pugna entre los modelos que ponen énfasis en lo general frente a los que se centran en lo particular. La falencia quizá esté en tomar ambos niveles como polos excluyentes. Se discute la legitimidad metodológica de pasar de lecturas socioantropológicas a lecturas psicológicas (o viceversa).
La dificultad se sitúa en la conciliación de los espacios de comprensión de las esferas individuales (del yo) y sociales (del nosotros). Ambas instancias son vistas como contradictorias y en constante conflicto. Alguna salida se nos ofrece desde los estudios de corta duración, a los que podríamos llamar, quizá con más propiedad, estudios microsociológicos de la historia. Se trata de estudios de caso muy específicos que toman problemas con una localización espacio-temporal bien acotada, para trabajarla en forma profunda. Trátese del análisis de un conflicto en particular o del seguimiento de la vida de un personaje, estos estudios tienen como objetivo un análisis minucioso y detallista que no persigue comparaciones, ni búsqueda de regularidades. Este movimiento tiene algunas vertientes claramente reconocibles, por lo menos dentro del campo de la historia social, tal es el caso de la microhistoria, que a partir de trabajos precursores como los de Ginzburg (cfr. El queso y los gusanos.Barcelona, Muchnik eds. 1991) y Levi, ha refinado herramientas metodológicas convirtiéndose en una muy útil estrategia de investigacíón.
Respecto del conflicto de lo general y lo particular, Levi (1994) afirma que la distinción tajante que se hace entre cada una de estas alternativas, como si se tratara de opciones excluyentes, es inapropiado. El autor sostiene:"...toda acción social se considera resultado de una transacción constante del individuo, de la manipulación, la elección y la decisión frente a la realidad normativa que, aunque sea omnipresente, permite, no obstante, muchas posibilidades de interpretación y libertades personales. La cuestión es, por lo tanto, cómo definir los márgenes -aún estrechos de la libertad concedida al individuo a través de los intersticios y contradicciones de los sistemas normativos que lo gobiernan. En otras palabras, una requisitoria a la extensión y naturaleza de la estructura general de la sociedad humana " (Levi, 1994:121).
              El autor agrega que analizando las acciones más pequeñas, 
              se pueden esclarecer aspectos muy generales de la sociedad.9 Como 
              consecuencia, la acotación a casos concretos se reviste de 
              una gran importancia para los enfoques particularistas. Son su condíción 
              sine qua non. En la actualidad, el escenario andino se presenta 
              como el terreno propicio para estudios de caso en pequeño 
              escala. Las décadas de los 70 y los 80, con sus pretensiones 
              generalizadoras y sus visiones panorámicas, sufrieron una 
              crisis paradígmática que abrió paso a estudios 
              más modestos, que trataran de llenar vacíos muy expuestos 
              por donde los modelos tradicionales hacían agua. En alguna 
              medida, la mirada se complejizó, pues se vió necesaria 
              la incorporación de nuevas variables al análisis.	
              Dos trabajos nos servirán para vislumbrar una respuesta desde 
              la etnohistoria andina. El primero, es un artículo de Enrique 
              Mayer (1984) titulado "Los atributos del hogar: economía 
              doméstica y la encomienda en el Perú colonial". 
              Allí, el autor efectúa una operación muy común 
              en los útimos años que consiste en particularizar 
              una situación específica a partir de un modelo más 
              general y abstracto. Es un ejercicio que en mucho se parece a la 
              "reducción de escala" tal y como la entiende Levi.10	
              El modelo general del que Mayer parte, es el de la organizacíón 
              sociopolítica andína de Murra. El autor afirma que 
              su tarea es inversa a la de la generalización.
La particularización llega aquí a sujetos individualizables. Es así, como lleva a cabo una recreación de la vida de un humilde campesino del S.XVI, llamado Don Agustín Luna Capcha. Este personaje, realmente existió, y su testimonio es tomado a partir de una visita realizada por un funcionario colonial. El autor utiliza tanto documentos de época como una estrategia denominada "analogía etnográfica", que consiste en recrear fragmentos textuales de discursos de un documento original transformando el testimonio escrito en tercera persona (por el visitador), en palabras vivas de quién habló en primera persona (el campesino). De esta manera el autor suma un elemento más al objetivo que originalmente se había planteado, el de iluminar aspectos de la vida doméstica de la época. Un caso particular lo lleva a esclarecer aspectos generales. O en otras palabras el cruzar las dimensiones psicológica y sociológica lo ayuda a comprender fenómenos específicos. Sin duda, el autor se mueve guiado por un interés etnográfíco. En efecto, está tratando al documento como la voz palante de un informante en un trabajo de campo. Es inevitable que los documentos constituyan datos indirectos. Aún cuando se trate de crónicas -que podrían tomarse como relatos un poco más directos- es imposible escapar a la mediatización del contexto cultural y las situaciones particulares de quien escribe. Reconociendo este hecho, son válidas todas aquellas estrategias que tiendan a revivir el documento. Si bien el camino de la constatación es imposible de llevar adelante, quizá no revista la menor importancia para una operación como la de Mayer.
Nuestro segundo ejemplo, pertenece a Henrique Urbano (1994) y es una sección que forma parte de un artículo titulado: "La identidad en los andes y sus problemas". El autor dedica esta sección al análisis de la identidad en los tiempos de reconversión del espacio andino, a partir de las crónicas de Garcilaso por un lado y de Guaman Poma por el otro. Trata de ver como la dimensión sociológica y la psicológica se conjugan en la personalidad de cada uno de ellos. Para el caso de Garcilaso sotiene que la literatura garcilasista "...envuelve el hecho histórico y el sentimiento personal en el horizonte de los cultores de la lengua"(Urbano, 1994:4). El autor hace un seguimiento de las vidas personales de los cronistas y subraya que sus identidades son tejidas a imagen y semejanza de sus ancestros paternos, pero simultáneamente tienen peso determinante el proyecto sociopolítico y religioso representado por la corona española y por la "doctrina catholica". Como vimos, en el trabajo de Mayer se particulariza (se reduce la escala de observación), para observar la cotidianeidad de un sector subalterno; en el trabajo de Urbano se combinan aspectos psicoanalítícos con aspectos socioculturales. Ambos casos son maneras de trabajar paralelamente en dimensiones aparentemente contradictorias.
              EL PROBLEMA DE LA REPRODUCCION SOCIAL EN EL ENFRENTAMIENTO DE CONTEXTOS 
              GLOBALES Y LOCALES. LOS ESTUDIOS DE PROCESOS DE LARGA DURACION.
            
              En el pasado colonial americano el problema del enfrentamiento de 
              contextos globales (Estados coloniales) y contextos locales (comunidades 
              indígenas), suele presntarse como un problema de reproducción 
              social. Esta relación, a menudo fue vista en términos 
              simplistas y polares suponiendo una homogeneidad de dominantes y 
              dominados. Esta relación que es suceptible de ser percibida 
              como conflictiva, si se considera que los contextos tienen lógicas 
              contradictorias, tuvo sin embargo una multiplicidad de matices: 
              en donde los grupos subyugados implementaron cuando fue posible 
              una trama de mecanismos, de estrategias (o de táctícas) 
              que les permitieron lograr sus intereses. La identidad étnica, 
              en esta confrontación puede resultar un fenómeno muy 
              móvil y en constante mutación, pues se encuentra más 
              notoriamente atravesada de múltiples factores: "límites 
              identitarios" tan prolíjamente dibujados parecen dífuminarse 
              en un sin número de relaciones sociales y económicas 
              de mayor peso específico que lo propiamente étnico 
              (definido como aquel sentido de pertenencia ligado a aspectos culturales).	
              La identidad aparece reformulada constantemente en los discursos 
              y en las prácticas, según el contexto en el que los 
              actores sociales se mueven. Este efecto de rápida y múltiple 
              varianza trae consigo confusiones y contradicciones. La superposición 
              y el entrecruzamiento hacen confuso el problema, por lo menos desde 
              marcos teóricos que tienen como eje la "mímesis-diferencia". 
              Esta situación es llevada al extremo en los tiempos que corren, 
              con los acelerados procesos de globalización-fragmentación.	
              El tema de la reproducción social, ha sido y es todavía 
              central en el abordaje de grupos subalternos tanto del presente 
              como del pasado. En la sociedad colonial andina ambos contextos 
              representados respectivamente por el Estado Colonial y, en el caso 
              andíno, por los ayllus (en sus diversas formas y tamaños). 
              La pregunta es si los dominados ("los vencidos") ante 
              la imposición de tener que acomodarse a las exigencias del 
              nuevo sistema, quedaron totalmente "desestructurados", 
              o mantuvieron sus estructuras tradicionales. La respuesta para el 
              interrogante así planteado, tiene tantas posibilidades y 
              matices como casos particulares (o localizaciones histórico-geográficas) 
              de donde provenga la respuesta. Aquí se sitúa el interminable 
              debate acerca de la dicotomía tradición-modernidad, 
              que no es distinto por cierto a aquel que opone posturas conservadoristas 
              y asimilacionistas. Urbano se pregunta:
              "...si el 'capitalismo incipiente' ... destruyó las 
              economías tradicionales andinas y los comportamientos que 
              ellas suponían, hasta qué punto ese 'capitalismo' 
              contagió el mundo simbólico andino tradicional y, 
              por ende, los valores y normas que le servían de columna 
              vertebral?" (1994:19).
              Puede entonces hacerse tanto una lectura focalizada en los aspectos 
              socioeconómicos del cambio, como también poner énfasis 
              en la esfera simbólica de una sociedad. Si bien estos aspectos 
              en muchos casos no pueden ser separados, en situaciones conflictivas 
              de contacto, el impacto puede darse en forma diferencial entre las 
              distintas dimensiones sociales. En ciertas esferas sociales el cambio 
              (casi siempre inevitable si existen enfrentamientos entre sectores 
              ubicados en lugares desventajosos) se produce con mayor lentitud, 
              y de una manera menos forzada. Se trata de procesos que no pueden 
              comprenderse en toda su complejidad, si no se despliegan para el 
              análisis amplias longitudes temporales. Aquí no necesariamente 
              ocurren cambios forzados y compulsivos sino más bien negociados 
              en largos períodos. En relación a esto, un ejemplo 
              interesante es el de Abercrombie (1986), que analiza en un largo 
              período el cambio en sistemas rituales en el area del lago 
              Titicaca. Señala:
              "...it seems more fruitful -especially when considering 'political' 
              ritual like fiesta-cargo systems- to see such ritual as a dialogue 
              between not mutually pressured parts of larger whole, a dialogue 
              through which societies define themselves via strategic recastings 
              of one anothers' terms" (Abercrombie, 1986:4).
              Los estudios de larga duración nos brindan algunas salidas 
              para los interrogantes planteados. Al desplegar largos períodos 
              temporales y regiones amplias, nos dan la posibilidad de analizar 
              una multiplicidad de procesos de cambio en el discurrir histórico.	
              La temática de la identidad en el contexto de la Colonia, 
              viene suscitando un gran interés en los últimos años, 
              y como consecuencia, una abundante producción de estudios 
              que la abordan. Hemos elegido dos obras preocupadas en su integridad 
              por procesos de formación de identidad que son además, 
              casos paradigmátícos de la "larga duración". 
              En este caso como era de esperar se trata de libros y no de artículos 
              breves. Ante la imposibilidad de resumir todos los contenidos, hemos 
              tomado para cada caso un capítulo representativo. El primero 
              de ellos es un trabajo de Nathan Wachtel (1990): Le Retouz, des 
              Ancestres les Indies Urus de Bolivie. XXe-XVIe Siégle. Essai 
              d'Historie Regresíve. En el capítulo cinco:"Temps 
              a retours restructuration indiennes", el autor analiza un doble 
              proceso contradictorio de desestructuración-restructuración 
              sufrido por las poblaciones indígenas de Bolivia entre los 
              siglos XVI y XIX. Se focaliza en el caso de los Urus que tras largos 
              procesos de transformación terminan por desaparecer, sin 
              que se sepa ya nada de ellos a pricipios del siglo XIX. Según 
              Wachtel, sufren un proceso de "aculturación interna" 
              también conocido como de "aymarización", 
              en donde van desagregándose paulatinamente. Simultáneamente 
              se producen restructuraciones espaciales y procesos migratorios 
              constantes. Este es un proceso de homogeneización; de índianización 
              que corre paralelamente con los intereses de la corona. Agrega que 
              a raíz de estos cambios se provoca un desplazamiento de una 
              diferenciación étnica a una diferenciación 
              social."Por un lado la fragmentación de las jefaturas 
              prehispánicas determina una redefínición de 
              las solidaridades en el marco de unidades más estrechas, 
              los pueblos 'reducciones', de donde salieron las comunidades indígenas; 
              por otro el flujo de migrantes conlleva una cantidad de población 
              más allá de los clivajes étnicos, verdadero 
              'mestizaje' que de hecho concibe una nueva realidad que es la indianidad. 
              Ruptura al mismo tiempo que fusión: este doble movimiento 
              caracteriza el proceso de aculturación interno" (Wachtel, 
              1990:19).
              Las rupturas y continuidades son analizadas en un largo período 
              (de 1570 a 1800) que el autor divide en fases de entre 50 y 60 años.	
              El segundo ejemplo proviene de un libro de Roger Rasnake (1989): 
              Autoridad y poder en los Andes. Los Kurakuna de Yura , en cuyo capítulo 
              cinco: "Invasión y adaptación al sistema colonial", 
              el autor describe un período de dos siglos con focalizaoión 
              en el devenir de los Yura, quienes constituían una parcialidad 
              menor del grupo étnico de los "wisijisa". El cambio 
              es analizado en el plano político-jurídico de las 
              formas de autoridad indígena, pero no pierde de vista la 
              dimensión económica y aún la demográfica.	
              El autor parte desde la organización previa a la llegada 
              de los españoles. Luego se dedica a los cambios introducidos 
              por la conquista, comenzando por el período de encomiendas 
              y siguiendo por el régimen de "reducciones" (desde 
              Toledo hasta La Palata). Es notablemente grande el corte temporal.	
              Las continuas amputaciones de las jerarquías tradicionales, 
              al igual que el rediseño de la organización espacial 
              andina, permite al autor observar el surgimiento de los yura, como 
              también su desaparición en el contexto colonial. Este 
              largo período da lugar al autor para analizar el papel de 
              los kurakas, como mediadores entre los contextos globales y los 
              contextos locales; la manera como éstos tejían estrategias 
              tanto para, en algunos casos, asegurar la reproducción social 
              de las comunidades a su cargo, como para enriquecerse personalmente 
              en otros casos. En general, el autor nota un desplazamiento hacia 
              dimensiones organizativas más pequeñas como consecuencia 
              de un proceso de fragmentación gradual de las tradicionales 
              solidaridades. En este proceso, la "reducción" 
              adquiere un sentido de pertenencia que continúa hasta nuestros 
              días:
              "...las reducciones no desaparecieron y lograron el papel que 
              aún hoy todavia juegan: el de ser centro en las festívidades 
              y asunto de los gobiernos locales; un lugar de vínculo con 
              el Estado y de residencia para las autoridades superíores" 
              (Gade y Escobar 1982, citado por Rasnake 1989:96).
              A partir de estas breves reseñas vemos que los dos ejemplos 
              descriptos son estudios muy similares que centrados en procesos 
              parecidos. Si bien hacen un seguimiento particular, no vacilan en 
              utilizar como elemento de análisis la comparación 
              con otros casos en localizaciones diferentes. Son de una gran amplitud 
              pues abarcan varias dimensiones del cambio en forma simultánea 
              (toda la gama que va desde lo económico hasta lo político 
              y lo simbólico). Sin embargo reconocen que muchos vacíos 
              se deben a que faltan estudios más acotados en espacio y 
              tiempo. El reconocimiento de esta limitación invita a desarrollar 
              recortes más pequeños.
              A MODO DE CONCLUSION
            
              Los abordajes macro y microscópicos (en tiempo y espacio) 
              pueden considerarse, a simple vista, estrategias de investigación 
              opuestas. Mientras que un programa invita a buscar y enfatizar regularídades 
              alejándose de las situaciones particulares; el otro trata 
              de demostrar el alcance general de los casos particulares. Sin embargo 
              son posibles múltiples matices intermedios y convergencias.	
              A menudo se presenta la dificultad de comprender un fenómeno 
              abordándolo en cortes únicamente sincrónicos, 
              se suele perder de vista la estrategia de sondear en las profundidades 
              de la historia. Esto se ha presentado como una particular dificultad 
              de la antropología tradicional, que todavía trata 
              de despojarse del lastre de la ahistoricidad en los estudios de 
              campo. Como quiera que sea, esta es una tendencia que se está 
              revirtiendo en la producción contemporánea. La vieja 
              mirada encogida, trata de abrir sus horizontes. Los procesos de 
              formación de identidad étnica (a los que aluden los 
              términos de etnicidad y etnogénesis) están 
              caracterizados por una gran complejidad. Su configuración 
              específica, depende de la manera en que se combinen en los 
              estudios de caso: las dimesiones espaciales y temporales, los aspectos 
              individuales y colectivos, el modo particular como interjueguen 
              en la investigación el sustrato teórico y la metodología 
              empleada. La distinción tajante que suele construirse entre 
              lo particular y lo general impide ver la multiplicidad de opciones 
              intermedias. Más que una ruptura se presenta como un continuum 
              de escalas de observación que se ofrecen como alternativas 
              dinámicas, acordes con los intereses de investigación. 
              En este sentido resultó pertinente observar el abordaje de 
              la problemática de la identidad en los trabajos etnohistóricos 
              reseñados. A partir de ellos es posible afirmar que los abordajes 
              micro y macrocontextuales no son excluyentes, como no lo son los 
              polos que suelen contruirse en torno de lo particular y lo general. 
              Se presentan como alternativas acordes con los intereses de investigación.
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